sábado, 18 de diciembre de 2021

Dos propuestas opuestas en materia fiscal- El obrero paga todo

Dos propuestas opuestas en materia fiscal- EL OBRERO PAGA TODO

(Segunda parte)

Federico Hernández

Si partimos, como se explicó en la primera parte de esta colaboración, que tanto la ganancia del empresario como el salario que se le paga al obrero, son el valor creado por este último en el proceso de trabajo, esto quiere decir que si el Sistema de Administración Tributaria (SAT), al exigir, por ejemplo, el pago del Impuesto Sobre la Renta (ISR), que es un impuesto al ingreso, grava, tanto las utilidades del empresario como el salario del obrero; en última instancia quien aporta ese impuesto, es el trabajador, pues es éste quien crea con su trabajo todo el nuevo valor, incluidas las utilidades del patrón.

La población no trabajadora, es decir, la que no interviene directamente en el proceso de producción de mercancías, no crea valor y, por tanto, a través de distintas vías obtiene parte de ese valor creado en última instancia por el trabajador directo. Vayámonos con un ejemplo extremo para ver con más claridad lo que explicamos: ¿de dónde salen los millones de pesos que gana un boxeador profesional?, ¿acaso de sus ganchos al hígado, sus cross, sus jabs, por contundentes que sean, crean un valor, crean riqueza? En absoluto: es un desgaste de músculo, inteligencia, destreza, pero improductivo en términos económicos; lo mismo podemos decir del cura, el soldado y, aunque no se crea, del burócrata: no crean un nuevo valor con su actividad.

Y lo mismo podemos decir del 16 por ciento del Impuesto al Valor Agregado (IVA), con que se grava el consumo de los más diversos productos. El obrero lo paga con su mísero salario y el empresario con sus jugosas utilidades; para uno significa una buena parte de su ingreso, de su salario, mientras que para el otro es, como se dice vulgarmente, “como quitarle un pelo al gato”. Pero como las ganancias que obtiene el patrón, antes de distribuirse, son trabajo no pagado al obrero, podemos decir entonces que quien paga el IVA es finalmente el obrero. ¿Y qué pasa con el oscuro Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS)? Lo mismo: proviene de la riqueza producida por el trabajador.

Retrocedamos en el tiempo: en la Edad Media ¿de dónde salían las acémilas por uso de mulas o animales de carga, o la cena que era un tributo que se obtenía para sostener los gastos de una corte real itinerante, o de dónde salía la fossatera que era el impuesto que debían pagar aquellos que debiendo asistir a la guerra no lo hacían? Era el siervo y el artesano, las clases trabajadoras quienes, en última instancia, las pagaban; las demás eran clases parasitarias. Hoy todos los impuestos, como sucedía en la oscura Edad Media, salen de las clases trabajadoras.

 El gobierno morenista, una vez recaudados los impuestos, que ya dijimos salen en última instancia del trabajador, entre otras cosas, los destina a programas de apoyo monetario directo, pareciera, si lo vemos superficialmente, que “hace justicia”, pues se los “da” a los pobres. Pero si vemos bien las cosas es como si de un bolsillo remendado se sacara para ponerlo en otro roto o zurcido. Pues como queda explicado arriba los impuestos salen directamente o indirectamente de los trabajadores. Se destinan estos apoyos monetarios directos al consumo y no a la producción de bienes.

Qué pasaría si con esos impuestos, y aplicando una política del que gane más contribuya con más impuestos, como sucede en algunos países de libre mercado, se impulsara la actividad productiva con empresas estatales eficientes y con ello se crearían  empleos. Entonces resultaría que esos impuestos se aplicarían de manera productiva y no de manera improductiva. Alguien dirá que el que se entregue dinero fortalece el mercado interno, pues este se fortalece por dos vías: ya sea que el número de compradores aumente (China es un mercado de cerca de 1 mil 400 millones de habitantes) o porque aumente la capacidad adquisitiva de los consumidores. Este parecería ser el caso de los apoyos monetarios directos. Si bien es cierto, algo se estimulará el mercado y la producción, pero esta será efímera y débil. Por lo contrario, invirtiendo directamente en actividades productivas la creación de más bienes o valores de uso, sería ampliada, permanente y se podría direccionar.

De aquí se desprende que serían dos las medidas económica y socialmente   correctas: 1) que los dueños del dinero paguen más impuestos, es decir, una política fiscal progresiva, donde el que más gana más pague, y 2) se incrementen sustancialmente los salarios de los trabajadores. Dos medidas con las que el dinero que se recaude se impulsaría, mediante la inyección del recurso público el sector productivo, generando empleo bien remunerado para todos los mexicanos. ¿Quién se opone a esto? Los dueños del dinero y el gobierno que los representa.

México no se merece la demagogia del actual gobierno de la 4T. Demagogia que solo la llevará a que se pierdan años sin superar la precaria situación de los trabajadores y en general del pueblo humilde; merece un cambio verdadero en favor de las grandes masas trabajadoras empobrecidas; merece que crezca en su aparato productivo, que ofrezca empleos bien pagados y no limosnas a las clases trabajadoras. México debe ser un país donde su población tenga educación de alta calidad, atención médica universal y gratuita, y, a través de eficientes servicios públicos, una mejor calidad de vida.  Con la 4T no se logrará pues representa a los dueños del dinero, por tanto, se requiere una genuina transformación, un cambio de modelo económico que verdaderamente sirva a los intereses de los trabajadores.

 




 

 

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