martes, 7 de diciembre de 2021

EL PROGRAMA “JÓVENES CONSTRUYENDO EL FUTURO”: GRANDES ESPERANZAS, MALOS RESULTADOS

 

Raúl R. Pérez

Los trabajadores tenemos bajos salarios, malas condiciones laborales, inestabilidad en el empleo, raquíticas prestaciones y una insuficiente seguridad social. Situación que se ha agravado con la pandemia, nuestro trabajo se ha vuelto más precario.  Se estima que 56.2 por ciento de la población ocupada (55.2 millones de personas) padecen informalidad laboral, lo que significa que 31 millones de personas se encuentran en esta condición.

El gobierno trata de darle la espalda a la realidad. Cultiva el espejismo de la rápida recuperación económica ignorando la precarización de la que es objeto la fuerza de trabajo. Mañosa e indebidamente, incluye entre los puestos de trabajo recuperados a los beneficiarios del programa de “Jóvenes Construyendo el Futuro”; que, si bien es cierto, se encuentran afiliados al IMSS, no tienen una relación de trabajo.

Medio millón de empleos recuperados son informales y 6 de cada 10 trabajadores no tienen servicio de salud ni prestaciones ni contrato de trabajo escrito. La mayoría son puestos de trabajo eventuales.

Dentro de los sectores con las peores condiciones de trabajo están las mujeres y los jóvenes. Los datos lo demuestran: Hoy trabajan sin seguridad social el 60% de las mujeres, no tienen contrato estable el 49%, el 30% carece de prestaciones, el 93% no tiene defensa sindical, y un 15% de ellas trabajan a tiempo parcial. Cerca de 600 mil mujeres aún no se reintegran a la fuerza laboral para alcanzar la participación observada antes de la pandemia.

La mitad de todos los empleos que se perdieron en los primeros 10 meses de pandemia —según estadísticas oficiales del IMSS—, pertenecían a jóvenes menores de 29 años.

Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE del INEGI) en el primer trimestre de 2021, hubo alrededor de 1.2 millones de desempleados. Entre abril y junio se contabilizaron cerca de 796 mil jóvenes entre 15 y 24 años sin trabajo, esto es, 240 mil 716 más que el mismo periodo del año pasado. Cabe señalar que los jóvenes con secundaria y bachillerato son los que más sufren el desempleo en México.

Entre los jóvenes el porcentaje de desempleo es más del doble que entre los mayores de 39 años. Estos datos por sí mismos son preocupantes, tanto desempleo incrementa la criminalidad.

¿Dónde encuentran trabajo los jóvenes trabajadores? Entre los repartidores, los despachadores de restaurantes de comida rápida, que operan a través de plataformas digitales como Rappi, Uber Eats, Didi Food, Sin Delantal (que recientemente desapareció), entre otras; en los call centers, sin prestaciones. Lugares de donde pasan de un lugar a otro: chambismo que los mantiene en una total dependencia y sin poder ejercitar sus derechos colectivos.

El especialista Héctor de la Cueva, coordinador del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (Cilas), explica que: “La pandemia vino a hacer más evidente que los más prescindibles y los más vulnerables son los jóvenes. A las empresas e instituciones se les hace más fácil cortar a un joven que cortar a un trabajador con más experiencia o que acumuló determinados derechos. Como esos jóvenes normalmente son contratados de una manera precaria, sin muchos derechos, pues es más fácil cortarlos”.

La situación es muy triste —me decían algunos jóvenes—, resulta dificilísimo conseguir trabajo. Y cuando ya lo tienes, con frecuencia te dicen: “No te podemos ofrecer más dinero, porque simplemente no hay, no tenemos, a lo mejor en uno o dos años nos regularizamos y podemos ofrecerte un sueldo acorde a lo que vas a estar haciendo, pero por el momento es todo lo que podemos ofrecerte”.

Señalan: “La verdad, es muy duro escuchar esto y uno se pregunta ¿ahora qué voy a hacer? ¿dónde voy a conseguir trabajo? ¿Cómo voy a mantener a mi familia?”

Tienen razón, el Covid-19 ha venido a reforzar la tendencia para que los jóvenes acepten un pequeño ingreso en cualquier empleo en las condiciones que sean si quieren ganar un poco de dinero, es decir, están expuestos a los peores abusos.

¿Y el gobierno de la 4T qué hace para defender a este sector tan vulnerable? Realmente nada serio, no hay estrategia específica para auxiliar a este sector tan perjudicado; todo se reduce a su plan prepandémico de carácter asistencial de becas que no hacen sino perpetuar la precariedad laboral; su única herramienta es su programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”.

 El desempleo entre los jóvenes es un grave problema real. De acuerdo con información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE del INEGI) para el año 2018 —que fue cuando se diseñó el programa— la población de jóvenes entre 18 y 29 años (rango de edad que considera el programa) ascendía a 24.2 millones. De los cuales, 5.8 millones no estudian ni trabajan; cifra que incluye a 4.8 millones de mujeres y un millón de hombres (nótese la gravedad del problema y la mayor desventaja en que se encuentran las mujeres).

Veamos en qué consiste y cuáles son los primeros resultados del programa dirigido a jóvenes entre 18 y 29 años que ni estudien ni trabajen.  La meta del primer año fue reclutar 2.3 millones y sólo alcanzaron, aproximadamente, un millón. Al presentar el programa se dijo que sería aplicado principalmente en comunidades alejadas o que presentaran altos índices de violencia y desempleo, pero la realidad es otra; en 9 de los municipios con mayor tasa de homicidios dolosos no hubo un solo becario.

En Tamaulipas, por ejemplo, los incorporados son 8 mil 372 aprendices y hay 27 mil 099 vacantes disponibles.

Justificaron este mal resultado diciendo que realmente no había tantos jóvenes en esa condición, como se pensaba; que se había sobredimensionado el problema. ¿Será verdad? Su explicación contradice los datos oficiales del INEGI.

La beca consiste en 4 mil 300 pesos mensuales durante un año (incluido el incremento del año 2021), en el que deberán estar trabajando para un patrón que no está obligado a pagarles nada; su obligación sólo consiste en proporcionarles capacitación para que adquieran experiencia en el oficio.

El propio gobierno confirma que no existen padrones de los centros donde supuestamente se capacitan los aprendices, que el 80% son micro negocios que no pueden ser ubicados con Google o con la Guia Roji. Tampoco existe un padrón de los beneficiarios con datos básicos que permitan su identificación como RFC, CURP, domicilio, ni teléfono. No existe evaluación o revisión sobre la capacitación que reciben, ni control de asistencia. Ni ningún control que garantice que se están cumpliendo las reglas de operación.

Si este es el resultado del primer año, ya nos podemos imaginar los resultados de los años siguientes, en los que habrá menos jóvenes dispuestos a integrarse al programa, pues hay que excluir a los que ya pasaron por el mismo.

Y de los que estuvieron incorporados en el primer año ¿cuántos fueron contratados por sus empleadores? Algunos ejemplos nos dan idea de la proporción de los que, a la postre, consiguieron empleo: Bimbo de 2000 aprendices contrató a 181 y Liverpool de 1200 becarios contrató a 136. En cifras globales, 9 mil 232 jóvenes consiguieron empleo con las empresas que los tuvieron como aprendices, lo que no representa ni el 1% de los incorporados; ésta es la eficacia de uno de los programas emblemas del gobierno morenista de López Obrador.

El programa lanzado con bombo y platillo se llama “Jóvenes Contrayendo el Futuro, ¿qué futuro están construyendo?, ¿para quién?, ¿para sus comunidades, para sus familias, para ellos mismos? Todo está resultando una amarga farsa con cargo al erario. Que le está redituando beneficio político al partido gobernante, al condicionar electoralmente a los jóvenes para incluirlos en el censo que levantan los “servidores de la nación” (personas afines al partido morena, contratados por el gobierno para estas funciones).

Los vicios del programa han ido saliendo a la luz. Duplicidad de nombres en el padrón, inclusión de personas fallecidas. Empresas fantasmas que “brindan capacitación” a los becarios. Patrones y beneficiarios que se ponen de acuerdo para repartirse el dinero de la beca, sin que se realice ninguna actividad relacionada con el programa. Sobre esto último la autoridad afirma que ha presentado las denuncias penales correspondientes.

Pero aún hay más, ¿se imagina usted quién es el mayor empleador de esta gran masa de fuerza de trabajo mal pagada? El propio gobierno que durante el primer año del programa utilizó 322 mil becarios en la Secretaría del Bienestar, de Agricultura, de Protección Civil, del INAPAM, etc. La campeona fue la Secretaría del Bienestar que tiene 19 mil 607 trabajadores e incorporó más del triple de la nómina como becarios; es decir, 68 mil 693.

El programa que se definió como herramienta de inclusión y apoyo a los jóvenes para que adquirieran experiencia y pudieran conseguir trabajo, se convirtió en un elemento de la mal llamada “política de austeridad republicana”. En el aparato de gobierno, se recortó el 70% del “personal de confianza”, limitó la creación de nuevas plazas, disminuyó el presupuesto para insumos e instalaciones (llegando a afectar a sectores tan delicados como el de la Salud); aumentó el horario laboral, más allá de lo establecido en la ley; y los jóvenes del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” fueron contratados —mejor dicho, fueron becados por un año– para realizar tareas de trabajadores de base. Lo que significó un ahorro brutal en sueldos y prestaciones. Así de amoroso con los trabajadores resultó del gobierno de López Obrador.

No debemos dejarnos engañar con simulaciones. Exijamos que los jóvenes que quieran estudiar tengan, realmente, oportunidad para acceder a una educación pública, gratuita y de buena calidad. Y que los jóvenes que quieran trabajar encuentren trabajo digno y bien remunerado, como lo establece la Constitución de la República, y no engañifas como las que les ofrece el programa. Es el derecho de todos los mexicanos.

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