lunes, 17 de enero de 2022

Crisis en la industria textil: más sufrimiento para los trabajadores

 


Raúl R. Pérez

El 7 de enero de 1907 es reprimida la huelga de los obreros textiles de

Río Blanco, Veracruz. Antecedente de la Revolución Mexicana de 1910.

 

La industria textil y la de la confección en México tienen gran importancia económica tanto por los valores que producen, como por los puestos de trabajo que generan. Las empresas de la industria textil se dedican a la fabricación de telas, preparación e hilado de fibras textiles, fabricación de hilos, fabricación de telas recubiertas, alfombras, blancos y similares. Por su parte, la industria del vestido se dedica a la confección de todo tipo de prendas de vestir (ropa de material textil y tejido de punto, ropa interior, uniformes, etc.) y sus accesorios.

Según datos obtenidos del documento Colección de estudios sectoriales y regionales. Conociendo la industria textil y de la confección. 2020. Elaborado por el INEGI y por la Cámara Nacional de la Industria Textil (Canaintex). Dichas ramas industriales emplearon 640 mil trabajadores: 208 mil en la industria textil y 432 mil en la confección de prendas de vestir.

La industria de la confección es más grande que la textil: ocupa un mayor número de trabajadores. Casi el 70 por ciento de las plazas del sector laboran en la confección de ropa. Esta rama es más intensiva en trabajo y menos en capital, ya que por cada millón de pesos invertido trabajan 15 personas; mientras que en la industria textil solo emplea 4 personas por cada millón de pesos de inversión.

La cifra de puestos de trabajo revela una marcada tendencia decreciente, pues en los últimos trece años dicho sector ha perdido 200 mil puestos de trabajos, con lo que demuestra la crisis en la que se encontraba esta actividad desde antes de la pandemia. No obstante que se han venido recuperando puestos de trabajo, aún no alcanza el nivel del 2019.

Aunque existe industria textil en casi toda la república; ésta se concentra en pocos estados. Diez entidades concentran el 85.7 por ciento de la producción textil, y los 10 municipios con mayor producción textil reúnen el 45.8 por ciento del total de la producción nacional. En el norte del país —principalmente— se encuentra la producción agroindustrial del algodón, principal insumo utilizado en el sector.

Lugar

Estado

% Respecto al total nacional

1

Estado de México

22.4

2

Puebla

16.9

3

Hidalgo

12.6

4

Ciudad de México

6.3

5

Guanajuato

5.7

6

Coahuila de Zaragoza

5.6

7

Tlaxcala

5.1

8

San Luis Potosí

4.1

9

Querétaro

3.5

10

Chihuahua

3.5

 

Resto del país

14.3

 

Nacional

100

Fuete: INEGI-CANAINTEX

 

La distribución geográfica muestra la concentración de casi la mitad de la industria textil nacional en tan solo diez municipios.

Lugar

Municipios

% Respecto al total nacional

1

Tepeji del Río de Ocampo, Hidalgo

10.8

2

Puebla, Puebla

7.4

3

Tlalnepantla de Baz, México

5.5

4

Huejotzingo, Puebla

4.1

5

San Luis Potosí, S.L.P.

4.1

6

San Juan del Río, Querétaro

3.4

7

Ecatepec de Morelos, México

2.9

8

Naucalpan de Juárez, México

2.6

9

León, Guanajuato  

2.4

10

Lerma, México       

2.4

 

Resto de municipios

54.2

 

Nacional

100

 

La distribución geográfica de la industria de la confección muestra mayor concentración en el centro del país: por las máquinas que utiliza puede fácilmente moverse de un lugar a otro. Además, las empresas buscan mano de obra calificada, abundante y barata. Se ubican cerca de grandes centros urbanos, potenciales mercados.

Lugar

Estado

% Respecto al total nacional

1

Ciudad de México  

24.5

2

Estado de México

19.4

3

Puebla         

8.7

4

Jalisco

4.5

5

Guanajuato

4.1

6

Nuevo León 

4.1

7

Querétaro

3.6

8

Yucatán

3.6

9

Aguascalientes

3.2

10

Durango

3.2

 

Resto de estados

21.1

 

Nacional

100

 

La distribución por municipios es muy elocuente, pues casi la cuarta parte de la industria de la confección se encuentra en la Ciudad de México.

Lugar

Municipios o Alcaldías

% Respecto al total nacional

1

Cuauhtémoc, Ciudad de México

8.7

2

Naucalpan de Juárez, Estado de México

6.6

3

Tlalnepantla de Baz, Estado de México

3.2

4

Iztacalco, Ciudad de México

3.0

5

Iztapalapa, Ciudad de México

2.6

6

Miguel Hidalgo, Ciudad de México

2.6

7

Puebla, Puebla

2.0

8

Benito Juárez, Ciudad de México

1.9

9

Monterrey, Nuevo León    

1.6

10

Venustiano Carranza, Ciudad de México

1.5

 

Resto de municipios

66.3

 

Nacional

100

Fuente: INEGI-CANAINTEX

Los 10 estados con mayor cantidad de estas empresas concentran el 78.9 por ciento de la producción; y los 10 municipios con mayor número de empresas dedicadas a la confección acumulan el 33.7 por ciento del total.

A pesar de que todavía se considera a México como el quinto país exportador de productos textiles a Estados Unidos, el panorama no es muy esperanzador. El sector —datos del año 2018— presenta déficit en la balanza comercial. La industria textil tuvo un déficit comercial de 4 mil 870 millones de dólares, mientras que la industria de la confección obtuvo un superávit de 716 millones de dólares ese mismo año.

Para que mejor se entienda. México —durante 2018— exportó 6 mil 797 millones de dólares de la industria textil y de la confección e importó 10 mil 951 millones de dólares; es decir, tuvo un déficit comercial de 4 mil 154 millones de dólares. Dicho en términos más directos: importa más de lo que se exporta.

¿A quién le compramos y a quién le vendemos? Creo que no será una sorpresa para nadie.

Las exportaciones de nuestro país tienen como destino predominante a  Estados Unidos. La industria textil y de la confección venden a ese país el 86.8 por ciento de sus mercancías. De las exportaciones totales de esta industria, las correspondientes a los productos de la confección están más orientadas a Estados Unidos de América que la textil, ya que está más diversificada y alcanza el 94 por ciento. Lo que falta para completar el 100 por ciento se vende al resto del mundo (casi nada).

Las importaciones —datos de 2018— de la industria textil y de la confección provinieron principalmente de Estados Unidos de América (36.2%) y de China (29.3%); y en menor medida —en orden descendente— de la India, Bangladesh, Vietnam, Italia, Canadá, Honduras, Turquía y Alemania. Del resto del mundo importamos el 18.2 por ciento.

Cabe hacer notar que las importaciones textiles y de la confección provenientes de Estados Unidos han ido disminuyendo, a través del tiempo; mientras que las de China han ido aumentando. Ambas sumaron 65.5 por ciento del total de las importaciones lo que significa una elevada concentración de importaciones de esos países. Señalo, de paso, que China se ha convertido en el primer productor mundial de productos textiles; Estados Unidos ocupa la segunda posición.

El grado de dependencia del sector respecto al exterior se refleja en que, de cada 100 pesos de insumos utilizados por la industria textil, 58.9 son nacionales y 41.1 importados; para la industria de la confección, 57.1 son nacionales y 42.9 son importados. Adicionalmente, hay que señalar que más del 80 por ciento de la maquinaria que utiliza la industria textil es importada (especialmente la de tecnología más avanzada).

Hemos venido usando datos estadísticos del INEGI correspondientes al año 2018 porque durante muchos meses del 2020 las empresas estuvieron paralizadas; funcionaron solo las empresas que producían cubrebocas, batas de hospital, sábanas para nosocomios, material textil quirúrgico, etc. Apenas se está reactivando el sector, pero todavía no alcanza el nivel de producción prepandemia ni el número de puestos de trabajo.

Los empresarios se quejan del Gobierno porque no les brindó ningún apoyo durante la pandemia ni siquiera aceptó su propuesta de diferir el pago de los impuestos. En entrevista con el periódico La Jornada (28/02/2021), Manuel Espinosa Maurer, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil (Canaintex), expresó su preocupación por la llamada “reforma eléctrica”. Dijo que, con los cambios a la Ley de la Industria Eléctrica que busca privilegiar el despacho de la energía que genera la Comisión Federal de Electricidad (CFE), el sector prevé un mayor costo por ese insumo, lo cual los sacaría de la competencia.

El presidente de la Canaintex apuntó que las fábricas textiles que hacen uso [de electricidad] de alta tensión pagan 44 por ciento más que en comparación con el costo en Estados Unidos, mientras que las plantas que utilizan [electricidad] media tensión es 84 por ciento más caro. “En México pagamos casi el doble de lo que pagamos en Estados Unidos”, destacó. También manifestó que es preciso que se termine con la ilegalidad, pues dos de cada tres prendas que se consumen en México son ilegales, con lo que se afecta a miles de trabajadores del sector.

El dirigente empresarial alude a las prendas que ilegalmente se venden en México. Y en efecto, no podemos ignorar el extendido fenómeno de la venta de ropa usada procedente de Estados Unidos. Dado el carácter ilegal que dicho fenómeno tiene en México, no es posible saber con precisión la cantidad que cada año entra a nuestro país. No obstante, se estima que no menos de 35 millones de pacas anuales entran ilegalmente al país.

 Dos necesarias precisiones. En Estados Unidos es legal la comercialización de este tipo de ropa. En ella se incluye no solo la ropa usada (que en realidad es tan solo el 20 por ciento), sino también, las prendas que tienen algún defecto de fabricación o que, sin tener defecto alguno, no encontraron comprador (saldos). De esta manera, Estados Unidos se convirtió en el primer exportador, en el mundo, de este tipo de ropa. África y México se encuentran entre sus principales clientes.

Por otra parte, en México esta práctica es ilegal por no cumplir con las reglas fitosanitarias y por no pagar los impuestos de importación. Está prohibida la introducción de ropa de contrabando; sin embargo, uno la encuentra en cualquier mercado sobre ruedas, tianguis, etc., en todas las ciudades del país. Se consigue por internet en el lugar y la cantidad deseada. Solo las autoridades aduanales —de este y de anteriores gobiernos— parecen no darse cuenta del fenómeno.

Esta ropa de segunda mano, fácilmente encuentra acomodo entre amplias capas empobrecidas de la población. Es una opción “más económica” para la gente de escasos recursos. Sin embargo, como ha dictaminado la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) acarrea riesgos de infecciones, alergias y enfermedades contagiosas por el contacto con ropa contaminada por parásitos como los piojos, ácaros, pulgas, chinches y garrapatas. Fuente de enfermedades como la “escabiosis” (sarna) que resulta ser sumamente contagiosa por la infección de ácaros de la tela. Ésta es otra de las nefastas consecuencias de la pobreza.

¿Cuáles son las condiciones laborales y de salario prevalecientes en estas industrias?

A continuación, reproduzco, de manera resumida, la descripción que hace la Organización Internacional del trabajo (OIT) de la industria de la confección, por considerar que coincide en todos sus puntos con lo que acontece en nuestro país.

La OIT considera que la industria del vestido (industria de la confección se dice en México) se caracteriza por una alta rotación laboral, el uso intensivo de la mano de obra no calificada, la presencia de salarios bajos y una escasa o nula sindicalización de sus trabajadores. Por esto, los empleados dentro de esta industria se consideran un grupo vulnerable por la dificultad para llevar a la práctica sus derechos laborales, así como por la exclusión social a la que se enfrentan las personas que laboran en pequeños talleres de costura y trabajadores a domicilio, al ser el eslabón más débil dentro de la cadena productiva. Esta situación de precariedad laboral se considera consecuencia de una constante exigencia por parte de las empresas estadounidenses para disminuir los costos de producción y los tiempos de entrega de las prendas. Débil cumplimiento de las leyes laborales, incumplimiento de los derechos de los trabajadores, escaso o nulo poder de los sindicatos y una reducida intervención de las instituciones para monitorear el cumplimiento de los derechos de los obreros. Hasta aquí el dictamen del organismo internacional.

En México, en la industria del vestido predomina la fuerza de trabajo femenina; 6 de cada 10 trabajadores son mujeres, con salarios muy bajos. Abunda el trabajo a destajo realizado desde la casa; proliferan muchos pequeños talleres que funcionan en la informalidad, con muy malas condiciones de trabajo y sin ningún control oficial. Recordemos el sismo que azotó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985 en el que murieron más de 600 costureras (conocidas como las costureras de San Antonio Abad) que laboraban en talleres clandestinos establecidos en viejos edificios que se derrumbaron en la Ciudad de México. Muchos pensaban que esas tragedias eran cosas del pasado; pero, 32 años después vino el terremoto del 19 de septiembre de 2017: nuevas tragedias, otros edificios derrumbados y más trabajadoras de la costura víctimas no solo de los desastres naturales, sino de la negligencia e irresponsabilidad de patrones y gobernantes. Decenas de costureras perdieron la vida en el taller de la calle Chimalpopoca, y no deben ser olvidadas. Muchos de los responsables de aquella tragedia todavía ocupan puestos de poder en los gobiernos de la Ciudad de México y de la república.

¿Cómo han crecido los salarios? Los salarios son muy bajos; 40 por ciento inferiores a los que se perciben en las empresas manufactureras. Esta situación es de tal gravedad que hasta los propios empresarios la reconocen. Reconocimiento que hubiera sido impensable en otros tiempos.

Un botón de muestra. Entresaco tres párrafos de la nota titulada Gana México a China… en bajo salario textil (reforma.com /24/12/2018).

“Ese es un tema de retórica, todo mundo dice ´la mano de obra china es mucho más barata´, la realidad es que no, la realidad es que la mano de obra mexicana, tristemente, y lo lamentamos mucho, ya está por debajo de la mano de obra china” refirió José Cohen Sitton, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Textil (Canaintex).

“En México, los salarios de esta industria son entre 20 y 25 por ciento por debajo de los pagados a la mano de obra china durante una jornada mensual […] En México, los salarios están estancados como los salarios en general en el país, ya que el crecimiento de la nación está por debajo de lo que se esperaba”, reconoció Cohen Sitton. Hasta aquí las opiniones del dirigente de los empresarios.

A pesar de que en varias ramas de la industria textil existen contratos-ley, las condiciones de trabajo son malas y los salarios están muy deprimidos. Pese a que los mismos han sido revisados, en los tiempos de la cuarta transformación, la situación no ha cambiado. Los patrones siguen haciendo su voluntad y los “líderes charros” de los sindicatos del ramo y los funcionarios del gobierno que intervienen en dichas revisiones les sirven de comparsas. Nada ha cambiado, más que los discursos huecos de un gobierno que por la boca se declara amigo de los trabajadores, pero que en los hechos se pone al servicio de los patrones.

La vida nos da muchas lecciones. Las cosas pueden cambiar, pero solo por el camino de la lucha organizada de los trabajadores. Sin dejarse engañar por falsos redentores, que dicen ser diferentes pero que hacen exactamente lo mismo que los anteriores gobernantes; y que solo buscan encumbrarse en puestos políticos para su beneficio personal. Debemos unirnos todos los trabajadores, para luchar por un destino más humano. Un futuro mejor para todos nosotros es posible; el ejemplo del pueblo chino lo demuestra. Y, nosotros, los mexicanos, no valemos menos.

 

 

 

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