Raúl R. Pérez
El 7 de
enero de 1907 es reprimida la huelga de los obreros textiles de
Río Blanco,
Veracruz. Antecedente de la Revolución Mexicana de 1910.
La
industria textil y la de la confección en México tienen gran importancia
económica tanto por los valores que producen, como por los puestos de trabajo
que generan. Las empresas de la industria textil se dedican a la fabricación de
telas, preparación e hilado de fibras textiles, fabricación de hilos,
fabricación de telas recubiertas, alfombras, blancos y similares. Por su parte,
la industria del vestido se dedica a la confección de todo tipo de prendas de
vestir (ropa de material textil y tejido de punto, ropa interior, uniformes,
etc.) y sus accesorios.
Según datos obtenidos del documento Colección
de estudios sectoriales y regionales. Conociendo la industria textil y de la
confección. 2020. Elaborado por el INEGI y por la Cámara Nacional de la
Industria Textil (Canaintex). Dichas ramas
industriales emplearon 640 mil trabajadores: 208 mil en la industria textil y
432 mil en la confección de prendas de vestir.
La industria de la confección es más grande que
la textil: ocupa un mayor número de trabajadores. Casi el 70 por ciento de las
plazas del sector laboran en la confección de ropa. Esta rama es más intensiva
en trabajo y menos en capital, ya que por cada millón de pesos invertido
trabajan 15 personas; mientras que en la industria textil solo emplea 4
personas por cada millón de pesos de inversión.
La cifra de puestos de trabajo revela una
marcada tendencia decreciente, pues en los últimos trece años dicho sector ha
perdido 200 mil puestos de trabajos, con lo que demuestra la crisis en la que
se encontraba esta actividad desde antes de la pandemia. No obstante que se han
venido recuperando puestos de trabajo, aún no alcanza el nivel del 2019.
Aunque existe industria textil en
casi toda la república; ésta se concentra en pocos estados. Diez entidades
concentran el 85.7 por ciento de la producción textil, y los 10 municipios con
mayor producción textil reúnen el 45.8 por ciento del total de la producción
nacional. En el norte del país —principalmente— se encuentra la producción
agroindustrial del algodón, principal insumo utilizado en el sector.
Lugar |
Estado |
% Respecto al
total nacional |
1 |
Estado
de México |
22.4 |
2 |
Puebla |
16.9 |
3 |
Hidalgo |
12.6 |
4 |
Ciudad
de México |
6.3 |
5 |
Guanajuato |
5.7 |
6 |
Coahuila
de Zaragoza |
5.6 |
7 |
Tlaxcala |
5.1 |
8 |
San
Luis Potosí |
4.1 |
9 |
Querétaro |
3.5 |
10 |
Chihuahua |
3.5 |
|
Resto
del país |
14.3 |
|
Nacional |
100 |
Fuete: INEGI-CANAINTEX
La distribución geográfica muestra la concentración
de casi la mitad de la industria textil nacional en tan solo diez municipios.
Lugar |
Municipios |
% Respecto al
total nacional |
1 |
Tepeji
del Río de Ocampo, Hidalgo |
10.8 |
2 |
Puebla,
Puebla |
7.4 |
3 |
Tlalnepantla
de Baz, México |
5.5 |
4 |
Huejotzingo,
Puebla |
4.1 |
5 |
San
Luis Potosí, S.L.P. |
4.1 |
6 |
San
Juan del Río, Querétaro |
3.4 |
7 |
Ecatepec
de Morelos, México |
2.9 |
8 |
Naucalpan
de Juárez, México |
2.6 |
9 |
León,
Guanajuato |
2.4 |
10 |
Lerma,
México |
2.4 |
|
Resto
de municipios |
54.2 |
|
Nacional |
100 |
La distribución geográfica de la industria
de la confección muestra mayor concentración en el centro del país: por
las máquinas que utiliza puede fácilmente moverse de un lugar a otro. Además,
las empresas buscan mano de obra calificada, abundante y barata. Se ubican
cerca de grandes centros urbanos, potenciales mercados.
Lugar |
Estado |
% Respecto al
total nacional |
1 |
Ciudad
de México |
24.5 |
2 |
Estado
de México |
19.4 |
3 |
Puebla |
8.7 |
4 |
Jalisco |
4.5 |
5 |
Guanajuato |
4.1 |
6 |
Nuevo
León |
4.1 |
7 |
Querétaro |
3.6 |
8 |
Yucatán |
3.6 |
9 |
Aguascalientes |
3.2 |
10 |
Durango |
3.2 |
|
Resto
de estados |
21.1 |
|
Nacional |
100 |
La
distribución por municipios es muy elocuente, pues casi la cuarta parte de la
industria de la confección se encuentra en la Ciudad de México.
Lugar |
Municipios o Alcaldías |
% Respecto
al total nacional |
1 |
Cuauhtémoc,
Ciudad de México |
8.7 |
2 |
Naucalpan
de Juárez, Estado de México |
6.6 |
3 |
Tlalnepantla
de Baz, Estado de México |
3.2 |
4 |
Iztacalco,
Ciudad de México |
3.0 |
5 |
Iztapalapa,
Ciudad de México |
2.6 |
6 |
Miguel
Hidalgo, Ciudad de México |
2.6 |
7 |
Puebla,
Puebla |
2.0 |
8 |
Benito
Juárez, Ciudad de México |
1.9 |
9 |
Monterrey,
Nuevo León |
1.6 |
10 |
Venustiano
Carranza, Ciudad de México |
1.5 |
|
Resto
de municipios |
66.3 |
|
Nacional |
100 |
Fuente: INEGI-CANAINTEX
Los 10 estados con mayor cantidad de estas
empresas concentran el 78.9 por ciento de la producción; y los 10 municipios
con mayor número de empresas dedicadas a la confección acumulan el 33.7 por
ciento del total.
A pesar de que todavía se considera a México
como el quinto país exportador de productos textiles a Estados Unidos, el
panorama no es muy esperanzador. El sector —datos del año 2018— presenta
déficit en la balanza comercial. La industria textil tuvo un déficit comercial
de 4 mil 870 millones de dólares, mientras que la industria de la confección
obtuvo un superávit de 716 millones de dólares ese mismo año.
Para que mejor se entienda. México —durante
2018— exportó 6 mil 797 millones de dólares de la industria textil y de la
confección e importó 10 mil 951 millones de dólares; es decir, tuvo un déficit
comercial de 4 mil 154 millones de dólares. Dicho en términos más directos:
importa más de lo que se exporta.
¿A quién le compramos y a quién le vendemos?
Creo que no será una sorpresa para nadie.
Las exportaciones de nuestro país tienen como
destino predominante a Estados Unidos.
La industria textil y de la confección venden a ese país el 86.8 por ciento de
sus mercancías. De las exportaciones totales de esta industria, las
correspondientes a los productos de la confección están más orientadas a
Estados Unidos de América que la textil, ya que está más diversificada y
alcanza el 94 por ciento. Lo que falta para completar el 100 por ciento se
vende al resto del mundo (casi nada).
Las importaciones —datos de 2018— de la
industria textil y de la confección provinieron principalmente de Estados Unidos
de América (36.2%) y de China (29.3%); y en menor medida —en orden descendente—
de la India, Bangladesh, Vietnam, Italia, Canadá, Honduras, Turquía y Alemania.
Del resto del mundo importamos el 18.2 por ciento.
Cabe hacer notar que las importaciones textiles
y de la confección provenientes de Estados Unidos han ido disminuyendo, a
través del tiempo; mientras que las de China han ido aumentando. Ambas sumaron
65.5 por ciento del total de las importaciones lo que significa una elevada
concentración de importaciones de esos países. Señalo, de paso, que China se ha
convertido en el primer productor mundial de productos textiles; Estados Unidos
ocupa la segunda posición.
El grado de dependencia del sector respecto al
exterior se refleja en que, de cada 100 pesos de insumos utilizados por la
industria textil, 58.9 son nacionales y 41.1 importados; para la industria de
la confección, 57.1 son nacionales y 42.9 son importados. Adicionalmente, hay
que señalar que más del 80 por ciento de la maquinaria que utiliza la industria
textil es importada (especialmente la de tecnología más avanzada).
Hemos venido usando datos estadísticos del INEGI
correspondientes al año 2018 porque durante muchos meses del 2020 las empresas estuvieron
paralizadas; funcionaron solo las empresas que producían cubrebocas, batas de
hospital, sábanas para nosocomios, material textil quirúrgico, etc. Apenas se
está reactivando el sector, pero todavía no alcanza el nivel de producción
prepandemia ni el número de puestos de trabajo.
Los empresarios se quejan del Gobierno porque
no les brindó ningún apoyo durante la pandemia ni siquiera aceptó su propuesta
de diferir el pago de los impuestos. En entrevista con el periódico La
Jornada (28/02/2021), Manuel Espinosa Maurer, presidente de la Cámara
Nacional de la Industria Textil (Canaintex), expresó su preocupación por la
llamada “reforma eléctrica”. Dijo que, con los cambios a la Ley de la Industria
Eléctrica que busca privilegiar el despacho de la energía que genera la
Comisión Federal de Electricidad (CFE), el sector prevé un mayor costo por ese
insumo, lo cual los sacaría de la competencia.
El presidente de la Canaintex apuntó que las
fábricas textiles que hacen uso [de electricidad] de alta tensión pagan 44 por
ciento más que en comparación con el costo en Estados Unidos, mientras que las
plantas que utilizan [electricidad] media tensión es 84 por ciento más caro.
“En México pagamos casi el doble de lo que pagamos en Estados Unidos”, destacó.
También manifestó que es preciso que se termine con la ilegalidad, pues dos de
cada tres prendas que se consumen en México son ilegales, con lo que se afecta
a miles de trabajadores del sector.
El dirigente empresarial alude a las prendas
que ilegalmente se venden en México. Y en efecto, no podemos ignorar el extendido
fenómeno de la venta de ropa usada procedente de Estados Unidos. Dado el
carácter ilegal que dicho fenómeno tiene en México, no es posible saber con
precisión la cantidad que cada año entra a nuestro país. No obstante, se estima
que no menos de 35 millones de pacas anuales entran ilegalmente al país.
Dos
necesarias precisiones. En Estados Unidos es legal la comercialización de este
tipo de ropa. En ella se incluye no solo la ropa usada (que en realidad es tan
solo el 20 por ciento), sino también, las prendas que tienen algún defecto de
fabricación o que, sin tener defecto alguno, no encontraron comprador (saldos).
De esta manera, Estados Unidos se convirtió en el primer exportador, en el
mundo, de este tipo de ropa. África y México se encuentran entre sus
principales clientes.
Por otra parte, en México esta práctica es
ilegal por no cumplir con las reglas fitosanitarias y por no pagar los
impuestos de importación. Está prohibida la introducción de ropa de
contrabando; sin embargo, uno la encuentra en cualquier mercado sobre ruedas,
tianguis, etc., en todas las ciudades del país. Se consigue por internet en el
lugar y la cantidad deseada. Solo las autoridades aduanales —de este y de
anteriores gobiernos— parecen no darse cuenta del fenómeno.
Esta ropa de segunda mano, fácilmente encuentra
acomodo entre amplias capas empobrecidas de la población. Es una opción “más
económica” para la gente de escasos recursos. Sin embargo, como ha dictaminado
la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris)
acarrea riesgos de infecciones, alergias y enfermedades contagiosas por el
contacto con ropa contaminada por parásitos como los piojos, ácaros, pulgas,
chinches y garrapatas. Fuente de enfermedades como la “escabiosis” (sarna) que
resulta ser sumamente contagiosa por la infección de ácaros de la tela. Ésta es
otra de las nefastas consecuencias de la pobreza.
¿Cuáles son las condiciones laborales y de
salario prevalecientes en estas industrias?
A continuación, reproduzco, de manera resumida,
la descripción que hace la Organización Internacional del trabajo (OIT) de la
industria de la confección, por considerar que coincide en todos sus puntos con
lo que acontece en nuestro país.
La OIT considera que la industria del vestido
(industria de la confección se dice en México) se caracteriza por una alta
rotación laboral, el uso intensivo de la mano de obra no calificada, la
presencia de salarios bajos y una escasa o nula sindicalización de sus
trabajadores. Por esto, los empleados dentro de esta industria se consideran un
grupo vulnerable por la dificultad para llevar a la práctica sus derechos
laborales, así como por la exclusión social a la que se enfrentan las personas
que laboran en pequeños talleres de costura y trabajadores a domicilio, al ser
el eslabón más débil dentro de la cadena productiva. Esta situación de
precariedad laboral se considera consecuencia de una constante exigencia por
parte de las empresas estadounidenses para disminuir los costos de producción y
los tiempos de entrega de las prendas. Débil cumplimiento de las leyes
laborales, incumplimiento de los derechos de los trabajadores, escaso o nulo
poder de los sindicatos y una reducida intervención de las instituciones para
monitorear el cumplimiento de los derechos de los obreros. Hasta aquí el
dictamen del organismo internacional.
En México, en la industria del vestido
predomina la fuerza de trabajo femenina; 6 de cada 10 trabajadores son mujeres,
con salarios muy bajos. Abunda el trabajo a destajo realizado desde la casa; proliferan
muchos pequeños talleres que funcionan en la informalidad, con muy malas
condiciones de trabajo y sin ningún control oficial. Recordemos el sismo que
azotó a la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985 en el que murieron más
de 600 costureras (conocidas como las costureras de San Antonio Abad) que
laboraban en talleres clandestinos establecidos en viejos edificios que se
derrumbaron en la Ciudad de México. Muchos pensaban que esas tragedias eran
cosas del pasado; pero, 32 años después vino el terremoto del 19 de septiembre
de 2017: nuevas tragedias, otros edificios derrumbados y más trabajadoras de la
costura víctimas no solo de los desastres naturales, sino de la negligencia e
irresponsabilidad de patrones y gobernantes. Decenas de costureras perdieron la
vida en el taller de la calle Chimalpopoca, y no deben ser olvidadas. Muchos de
los responsables de aquella tragedia todavía ocupan puestos de poder en los
gobiernos de la Ciudad de México y de la república.
¿Cómo han crecido los salarios? Los salarios son
muy bajos; 40 por ciento inferiores a los que se perciben en las empresas
manufactureras. Esta situación es de tal gravedad que hasta los propios
empresarios la reconocen. Reconocimiento que hubiera sido impensable en otros
tiempos.
Un botón de muestra. Entresaco tres párrafos de
la nota titulada Gana México a China… en bajo salario textil (reforma.com
/24/12/2018).
“Ese es un tema de retórica, todo mundo dice
´la mano de obra china es mucho más barata´, la realidad es que no, la realidad
es que la mano de obra mexicana, tristemente, y lo lamentamos mucho, ya está
por debajo de la mano de obra china” refirió José Cohen Sitton, presidente de
la Cámara Nacional de la Industria Textil (Canaintex).
“En México, los salarios de esta industria son
entre 20 y 25 por ciento por debajo de los pagados a la mano de obra china
durante una jornada mensual […] En México, los salarios están estancados como
los salarios en general en el país, ya que el crecimiento de la nación está por
debajo de lo que se esperaba”, reconoció Cohen Sitton. Hasta aquí las opiniones
del dirigente de los empresarios.
A pesar de que en varias ramas de la industria
textil existen contratos-ley, las condiciones de trabajo son malas y los
salarios están muy deprimidos. Pese a que los mismos han sido revisados, en los
tiempos de la cuarta transformación, la situación no ha cambiado. Los patrones
siguen haciendo su voluntad y los “líderes charros” de los sindicatos del ramo
y los funcionarios del gobierno que intervienen en dichas revisiones les sirven
de comparsas. Nada ha cambiado, más que los discursos huecos de un gobierno que
por la boca se declara amigo de los trabajadores, pero que en los hechos se
pone al servicio de los patrones.
La vida nos da muchas lecciones. Las cosas
pueden cambiar, pero solo por el camino de la lucha organizada de los
trabajadores. Sin dejarse engañar por falsos redentores, que dicen ser
diferentes pero que hacen exactamente lo mismo que los anteriores gobernantes;
y que solo buscan encumbrarse en puestos políticos para su beneficio personal. Debemos
unirnos todos los trabajadores, para luchar por un destino más humano. Un
futuro mejor para todos nosotros es posible; el ejemplo del pueblo chino lo
demuestra. Y, nosotros, los mexicanos, no valemos menos.
0 comentarios:
Publicar un comentario