sábado, 19 de febrero de 2022

Cambio de directiva sindical en PEMEX: la verdadera política laboral de AMLO

 

Ricardo Torres

          Tras una serie de acusaciones por corrupción que por años se fueron acumulando, en octubre de 2019 Carlos Romero de Champs fue obligado a renunciar como Secretario General del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), después de 26 años en el cargo. Como  consecuencia de ello, el pasado 31 de enero de 2022 los cerca de 90 mil trabajadores sindicalizados de PEMEX tuvieron la oportunidad de elegir a su nuevo Secretario General a través del voto libre, secreto y directo, en una inédita elección electrónica organizada y vigilada por el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, y la Secretaría de Trabajo y Previsión Social que dirige Luisa María Alcalde Luján.

Previamente, en la semana del 24 al 28 de enero, asistieron a las conferencias mañaneras del presidente Andrés Manuel López Obrador, los 25 aspirantes a dirigir el STPRM, cinco cada día, para presentar sus propuestas de campaña. Finalmente, el ganador de la contienda fue Luis Ricardo Aldana Prieto, diputado federal priista, tesorero del sindicato e integrante del círculo más cercano de Romero de Champs, quien obtuvo 44 mil 983 votos de los 63 mil 700 emitidos, seguido por Cecilia Margarita Sánchez García, quien obtuvo 4 mil 116 votos y Miguel Arturo Flores Contreras, con 2 mil 564. A pesar de las fundamentadas impugnaciones promovidas por varios de los contendientes, éstas son insuficientes para revertir el resultado del proceso de elección y, por tanto, es un hecho que Ricardo Aldana fungirá como nuevo Secretario General del STPRM hasta el 31 de diciembre de 2024. 

           Para comprender mejor estos acontecimientos es necesario recordar que la industria petrolera en México ha sido una palanca fundamental para el desarrollo económico de la nación y, sin duda, PEMEX es la empresa que le ha permitido al Estado mexicano seguir cumpliendo, en alguna medida, con el histórico mandato constitucional de erigirse como rector del desarrollo económico del país, generando y administrando las divisas obtenidas por la comercialización del petróleo en el mercado mundial de una sociedad contemporánea altamente industrializada.

           No obstante, las políticas neoliberales que por décadas han aplicado los gobiernos priistas, panistas y ahora el morenista, han repercutido inevitablemente en un prolongado desgaste y descapitalización de la empresa estatal conduciéndola a la ruina productiva y financiera. Actualmente “Pemex acumula pérdidas por cuatro mil 936 millones de dólares (80 mil millones de pesos) y una deuda mayor a los 113 mil millones de dólares (2 billones, 260 mil millones de pesos), hasta septiembre de 2021 que la sitúan como la petrolera más endeudada del mundo. Por ese motivo ‘las calificadoras internacionales’, indudables operadoras de los centros financieros imperialistas que son las que determinan los nuevos préstamos vitales para la supervivencia del régimen mexicano, le exigen deshacerse del ‘pasivo laboral’.  Para ello es inminentemente necesario contar con la colaboración del sindicato.” (W. Gómez Zuppa. Revista Común, 2022)

            El carácter estratégico de la industria petrolera en el país, el debilitado desarrollo económico de la nación y la exigencia de los gobiernos de Estados Unidos y Canadá para que se cumplan las normas laborales suscritas en el T-MEC, han obligado al Gobierno federal a seguir manteniendo el control sobre los trabajadores petroleros como resultado de un pacto con su histórica dirigencia sindical priista, tolerando sus cacicazgos y tropelías, a cambio de que ésta respalde las políticas económicas y laborales implementadas por el Estado mexicano.

De esta manera la contradicción gatopardista de "si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie", se revela de manera transparente en el gobierno de morena: cambiar al charro corrupto de Romero de Champs para dejar en su lugar al charro corrupto de Ricardo Aldana, principal operador financiero de la malversación de fondos del sindicato durante los 26 años del reinado de Romero de Champs. Cambiemos pues a Romero de Champs para que todo siga como está. Los viejos expriistas de morena, encabezados por AMLO, pactando con los viejos priistas de la dirigencia sindical de PEMEX, a quienes decían repudiar, para seguir controlando corporativamente a los trabajadores petroleros.

Esto explica la manipulación mediática exhibida en la pasarela de los 25 candidatos en las conferencias mañaneras presididas por AMLO para intentar legitimar un proceso, a todas luces, controlado y pactado por el propio Gobierno. Una farsa para engañar a la opinión pública haciéndole creer que ahora sí, bajo la dirección del gobierno morenista, se acabó con el charrismo y las corruptelas sindicales; que, gracias a AMLO, la libertad y la democracia sindical llegaron por fin al mundo laboral de nuestro país. Pero lo cierto es que la renuncia de Romero de Champs y la elección de Ricardo Aldana al frente del STPRM evidencian la verdadera política laboral de AMLO: el viejo corporativismo estatal y la simulación sindical priista como sello distintivo del nuevo gobierno.

AMLO miente. De la misma manera que mintió cuando aseguró que bajo su gobierno la economía del país crecería al 6 por ciento, mientras que en la realidad no solo no ha existido incremento alguno, sino que la economía se encuentra en franco decremento; así como mintió cuando aseguró que reduciría la violencia y regresaría al ejército a sus cuarteles, en la realidad la violencia sigue desatada superando a la de Felipe Calderón y Enrique Peña, juntos, al momento ya son más de 100 mil homicidios registrados en sus primeros tres años de gobierno y el ejército no solo sigue en las calles, sino que invade peligrosamente espacios en la vida económica y social del país; así como mintió cuando aseguró que la pandemia estaba “domada” y su subsecretario de salud afirmaba que en la pandemia el peor y más catastrófico escenario sería de 60 mil muertes; en la realidad el número de contagios es mayor a los 5 millones 300 mil y las muertes oficialmente reconocidas supera ya las 313 mil; así como mintió que acabaría con la corrupción, en la realidad de manera abusiva proliferan en el gobierno los contratos, compras y asignación de obras, no por licitación pública sino por adjudicación directa, Jaime Cárdenas renunció a la dirección del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, precisamente por la complaciente corrupción que reinaba en dicho organismo, y vemos la cínica impunidad del gobierno morenista frente a las corruptelas de los hermanos Pío y Martín López Obrador, Manuel Bartlett, Irma Eréndira Sandoval y John Ackerman, Ana Gabriela Guevara, Alejandro Gertz Manero, Carlos Lomelí, Delfina Gómez, Higinio Martínez, etc., más los que se acumulen en éste y en los próximos años.        

 Con el tiempo el falso discurso de AMLO se estrella con la realidad que lo desmiente día con día. De igual forma mintió cuando aseguró que su gobierno acabaría con el robo de combustible (huachicol) y bajaría el precio de la gasolina a 10 pesos, en la realidad el precio de la gasolina supera ya los 21 pesos, en 2021 se detectaron oficialmente más de 7 mil 900 tomas clandestinas en ductos de PEMEX, aunque cabe señalar que el principal robo de combustible no se encuentra en dichas tuberías, sino en las mismísimas plataformas de extracción, en la embarcación de barriles y desde la distribución que PEMEX realiza con sus propias pipas a través de facturas falsas, lo que significa que el 80 por ciento del robo a PEMEX se realiza directamente por poderosos operadores de cuello blanco desde las oficinas de la paraestatal. Si queremos que todo siga como está, es necesario decir que todo está cambiando. Esa es la política esencial de la “Cuarta Transformación”.

De igual forma, AMLO miente con la reforma laboral de 2019; una reforma a la Ley Federal del Trabajo con la que se ejecuta y da continuidad a las reformas laborales promovidas por Felipe Calderón en 2012 y Enrique Peña Nieto en 2017; una reforma neoliberal que obedece a los intereses del imperialismo norteamericano (especialmente en la industria automotriz), cuya elaboración y aprobación fue requisito indispensable para ratificar la firma del tratado de libre comercio de Norteamérica (T-MEC); una reforma que, además, le permitiría al morenismo ir adquiriendo el control del sindicalismo oficial con miras a imponer su hegemonía en el seno de la clase obrera mexicana.

La reforma laboral morenista de 2019, que en el discurso de sus creadores dice beneficiar a los trabajadores, en la realidad es solo un instrumento en favor de los patrones y el poder; la situación económica de los trabajadores mexicanos, el respeto a sus derechos laborales, la democracia y la libertad sindical, son asuntos que a los socios comerciales del norte y al gobierno morenista les importan un bledo. Dos hechos así lo confirman: por un lado, la explotación laboral y la represión contra los trabajadores de la refinería de PEMEX en Dos Bocas, y, por otro lado, la simulación y el continuismo charro que representa la elección de Ricardo Aldana como nuevo Secretario General del STPRM. Hechos ominosos que hablan por sí mismos.        

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