Raúl R. Pérez
¿Cuáles
son las condiciones de trabajo en las minas mexicanas?
Durante
2021, esta rama industrial empleó 367 mil 935 trabajadores. Aunque la cifra
global es importante, apenas compensa el nivel que tenía en el año 2018, antes
de la pandemia. Se han ido agotando algunos yacimientos al tiempo que se inicia
la explotación de nuevas minas: con lo que se compensan los puestos de trabajo.
Algunos
casos relevantes de los últimos tiempos. La crisis de la industria del carbón
en Coahuila provocó la pérdida de muchos puestos de trabajo en Múzquiz, San
Juan Sabinas y Nava; pérdidas que se vieron compensadas con los nuevos proyectos
mineros del hierro en Sierra Mojada; de plata y sulfato de sodio en Ocampo y
del cobre en Torreón.
En Hidalgo el cierre de las minas de plata
explica la disminución de los puestos de trabajo minero, especialmente en el
viejo distrito minero Pachuca-Real del Monte. Veracruz también experimenta una
drástica reducción, en el sureste del estado, por la casi extinción de la
minería del azufre. En Oaxaca disminuye la minería no metálica en el Barrio de
la Soledad; en San Luis Potosí la disminución obedece a la crisis de la minería
de la plata y el plomo en Catorce y Villa de la Paz. En Chihuahua hay
disminuciones por la crisis de la minería del zinc y del plomo en Hidalgo del
Parral y San Francisco del Oro y el cierre de numerosas pequeñas y medianas
empresas; pérdida que se compensa con el incremento del trabajo minero en
Madera, Ocampo y Chínipas.
En
contraste, en algunos estados hay expansión del trabajo minero. En Sonora:
Caborca aumenta 4 mil 100 empleos; Bacadéhuachi, 1 mil 600; Álamos, 1mil 100;
Cananea, 1,000; Nacozari pierde 600 empleos. En Durango hay expansión con la
minería de la plata en Santiago Papasquiaro-Otáez, Durango-Nombre de Dios y en
Cuencamé (con producciones de plomo y zinc). En Zacatecas aumenta la actividad
minera en Mazapil, Ojo Caliente, Fresnillo y Chalchihuites; y disminuye en
Sombrerete.
En
resumen, las cifras globales de los empleos generados casi no varían de un año
a otro. Aunque las inversiones son a largo plazo, la inestabilidad viene dada
por el agotamiento de yacimientos mineros y por las variaciones de los precios
de los metales preciosos (oro, plata y platino).
Los salarios de los mineros son muy bajos y
muy variables. El monto depende del puesto que ocupe el trabajador, del lugar y
del tamaño de la mina. Los mejores salarios se perciben en las grandes empresas
mineras y los más bajos en las micro y pequeñas empresas. Para estos efectos,
se considera microempresa la que tiene de 1 a 10 trabajadores; pequeña
empresa la que utiliza de 11 a 50; la
mediana empresa la que tiene a su servicio entre 51 a 250; y gran empresa en la
que emplea a más de 250 personas.
El
salario diario más bajo es de $201.00; el salario medio es de $462.00 y el más
alto es de $1,108.00.
Aunque
los promedios tienden a ocultar los extremos, permiten dar una idea comparativa
de las cifras agrupadas. Veamos los niveles salariales más altos y los más
bajos por entidades federativas.
Entidad |
Salario diario |
Salario por año |
Durango |
$594.00 |
$214,140.00 |
Zacatecas |
$580.00 |
$209,090.00 |
Chihuahua |
$524.00 |
$188,880.00 |
Sonora |
$416.00 |
$150,050.00 |
Coahuila |
$353.00 |
$127,270.00 |
San
Luis Potosí |
$339.00 |
$122,220.00 |
Michoacán |
$305.00 |
$110,100.00 |
El
IMSS considera que los mineros ganan cerca de un 40% más que el promedio
nacional. En realidad, es un salario bajo, sobre todo si se toma en cuenta que
—dada la naturaleza de sus actividades— tienen que laborar jornadas extenuantes
en medio de grandes riesgos para su salud y para su vida. El minero mexicano
gana —al mes— alrededor de 650 dólares americanos; el peruano, 706 dólares; el
chino, 759 dólares; el ruso, 1,043; y el canadiense, 5,560 dólares.
Adicionalmente,
existen fenómenos que aumentan el desamparo en el que se encuentran miles de
mineros. El trabajo informal, disperso en muchas micro y pequeñas
empresas, se realiza en pequeños negocios artesanales, sin control de la
autoridad y sin defensa legal de los trabajadores. La subcontratación
laboral que existe —simulando trabajo especializado— a pesar de la
reforma laboral y que limita los derechos laborales (especialmente el reparto
de utilidades). El trabajo eventual, permitido por la ley
laboral, acaba con la estabilidad en el empleo y deja al trabajador a expensas
del mercado laboral.
La
minería es una industria considerada de alto riesgo: expone a sus trabajadores
a peligrosos factores mecánicos, térmicos y químicos. En los últimos 15 años
—en el mundo— más de 3 mil 700 trabajadores del sector minero han encontrado la
muerte debido a la falta de adecuadas condiciones de seguridad e higiene. Entre
ellos, los tristemente célebres, 65 mineros de Pasta de Conchos y los 7
trabajadores de la mina de Muzquiz (ambas en Coahuila), entre los casos más
conocidos.
Las
empresas mineras buscan obtener el máximo de ganancia con los menores gastos
posibles. Tratan de ahorrar hasta en el equipo básico de protección: que debe
estar compuesto —cuando menos— por guantes, lentes de seguridad, tapones
auditivos, ropa de trabajo, equipo reflectivo, respiradores contra partículas,
zapatos de protección, cinturones portalámparas, linternas recargables y cascos
de protección. Todas las minas de carbón deben tener salidas alternas y rutas
de evacuación que permita la salida lo más rápido posible. Debe monitorearse
los niveles de gas metano, para que nunca se labore por arriba de los máximos
permitidos.
Las
autoridades están obligadas a realizar revisiones periódicas para asegurarse
las buenas condiciones de las minas y que se hayan realizado los trabajos para
prevenir explosiones e inundaciones. Que se hayan realizado los trabajos de
ademado y fortificación para evitar derrumbes que pongan en peligro la vida de
los mineros. Desgraciadamente muchos funcionarios simulan las inspecciones y
dejan que las empresas hagan lo que quieran. Los “representantes sindicales”
casi nunca intervienen, o se limitan a quejarse de las malas condiciones de los
centros de trabajo. Estas situaciones favorecen las tragedias que cobran vidas
de muchos trabajadores.
Cabe
hacer notar el distinto comportamiento de las mismas empresas en México y en el
extranjero. Las empresas canadienses en su país pagan buenos salarios; en el
nuestro, salarios muy bajos. Tienen prácticas productivas diferentes. Por
ejemplo, el “Grupo Minero México” en sus plantas de Arizona (EUA) cumplen con
todas las medidas de seguridad, cuidan la conservación del ambiente y apoyan a
las comunidades aledañas; en México ni cumplen con las medidas de seguridad ni
cuidan la conservación del medio ambiente y menos ayudan a las comunidades donde
están enclavadas. Lo primero se evidenció en la mina de Pasta de Conchos, que
se encontraba en muy malas condiciones en el momento de la tragedia; y, lo
segundo —sobre la conservación del medio ambiente— quedó de manifiesto con el
accidente que derramó 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre sobre el río
Sonora y otros cuerpos de agua, con los que dañó severamente la agricultura y
la ganadería de la zona. Siete años después de este infausto acontecimiento,
esta poderosa empresa minera no ha sido capaz de resarcir el daño cometido a
las comunidades en sus medios de vida.
Sobre
los beneficios que llevan las minas a las comunidades en las que se instalan
conviene hacer algunas reflexiones. Se destaca la creación de empleos que
efectivamente se produce con la instalación de la mina. Sin embargo, las
grandes empresas que son las que ofrecen buenos salarios, ocupan un número
limitado de trabajadores, ya que son intensivas de capital. Se afirma —con
cierta razón— que se produce cierta derrama económica en la adquisición de
bienes y servicios necesarios para el buen funcionamiento del negocio.
Por
contrapartida, es un hecho incontrovertible que se produce una desertificación
del suelo, eliminación de la flora y la fauna originarias. Dependiendo las
características de la mina, acarrea contaminación de las aguas por los
productos químicos que se utilizan en la separación del metal (por más que se
diga que se trabaja con aguas tratadas) y contaminación del aire. Efectos
negativos que podrían reducirse con medidas de mitigación, que en nuestro país
no se realizan.
Un
ejemplo ayudará a entender la situación. La mina “Peñasquito” ubicada en el
municipio de Mazapil, estado de Zacatecas. Mina de propiedad norteamericana
(Newmont Goldcorp) es el yacimiento más rico del continente americano por la
producción de oro, plata, plomo y zinc. Este próspero negocio se localiza en
uno de los municipios más pobres de uno de los estados más pobres de nuestra
patria. Con la mina no ha llegado el progreso para las comunidades sino la competencia
por el agua.
¿De
los valores creados en la mina, cuánto queda para el municipio?
Por
cada mil dólares, el municipio recibe 18 centavos de dólar. Las
grandes riquezas creadas van para el extranjero; en tanto que las comunidades
campesinas siguen con sus carencias, y viendo que muchos de sus hijos emigran a
Estados Unidos en busca de un mejor trabajo.
Lo que
pasa en Mazapil es —más o menos— lo que pasa en todo el estado de Zacatecas. Un
estado que ocupa el segundo lugar nacional por el valor de su producción
minera, que produce el 40% de la producción nacional de plata. El estado que
—al mismo tiempo— es uno de los más pobres de nuestro país, cuya población en
un alto porcentaje emigra a EUA porque en su tierra no encuentra trabajo.
Realidades que —de una u otra manera— se asemejan con lo que sucede en otras
entidades federativas.
Una de
las medidas del gobierno de la 4T en relación a los pueblos mineros fue cancelar
el fondo minero. Era un fondo que se integraba por una cuota del 7.5%
del valor creado y se repartía entre los pueblos. El argumento —como en muchos
otros casos— fue que se buscaba eliminar a los intermediarios y que el apoyo
llegaría directamente a través de los programas sociales.
Otra
muestra, inequívoca, del poco interés del gobierno morenista por mejorar la
suerte de los trabajadores mineros es que, hasta este momento, no ha
querido ratificar el convenio 176 de la Organización Internacional de los
Trabajadores (OIT), sobre la seguridad y la salud en la minería.
A manera de conclusión. La
industria minero-metalúrgica tiene gran importancia económica para el
desarrollo económico de nuestro país. Actualmente, más del 70% de la producción
minera se realiza por empresas extranjeras, lo que demuestra una peligrosa
dependencia hacia Estados Unidos. Esta dependencia, que ellos llaman
integración, se corresponde con los intereses geopolíticos de los imperialistas
gringos, con lo que se aseguran el suministro de minerales para su industria y
para el mantenimiento de su ejército.
La
mayoría de los mineros trabajan en micro, pequeñas y medianas empresas: en las
que se pagan salarios más bajos y se labora en muy malas condiciones de
seguridad. Las grandes empresas utilizan una tecnología de avanzada, emplean
mucho capital fijo y poca mano de obra.
Los
pueblos donde se desarrollan los grandes proyectos mineros sufren múltiples
afectaciones: desertificación del suelo, contaminación del agua y el aire
(porque, como norma, no se realizan las obras de mitigación ambiental). A
cambio, se crean empleos y reciben algunos insignificantes beneficios. Las
regiones mineras del país siguen siendo pobres; las comunidades siguen
careciendo de los servicios básicos y muchos de sus habitantes tienen que
emigrar al vecino país del norte en busca de un mejor trabajo. Las inmensas
riquezas creadas, con tanto trabajo, se van con la misma velocidad con la que
surgieron. Quedan grandes extensiones horadadas, simulando un queso gruyere, que tardará muchos años en
restablecerse.
La
mayoría de los mineros no están organizados en sindicatos. Entre los
sindicalizados, la organización gremial más importante es el “Sindicato
Nacional de Trabajadores Mineros, Metalúrgicos y Similares de la República
Mexicana” que dirige, desde hace veinte años, el senador Napoleón Gómez Urrutia
(conocido como “Napito o Napillo”), quien está más preocupado en escalar
puestos oficiales que en defender a los mineros. Siendo el presidente de la
Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado de la República e integrante
de MORENA (partido gobernante) no ha sido capaz de lograr la ratificación del
Convenio 176 de la OIT, sobre la seguridad y la salud en la minería.
Nada
bueno podemos esperar del gobierno morenista, más preocupado por perpetuarse en
el poder que en llevar un beneficio sustancial al pueblo. Tampoco podemos
confiar nuestro destino a dirigentes sindicales como “Napito” que han mantenido
a los mineros en tan malas condiciones de trabajo.
Un
futuro mejor es posible, pero solo con la unión de todos los trabajadores
mexicanos. Los mineros actuales deben ser dignos herederos de los mineros de
Cananea, que en 1906 se levantaron contra la intransigencia patronal y el uso
de los cuerpos represivos de Estados Unidos.
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