Ernesto Acolmixtli
Con este impactante título la organización no
gubernamental Oxfam publicó este 17 de enero un informe producto de sus
investigaciones globales y fue ampliamente difundido. En un trabajo de 46
páginas aborda temas esencialmente relacionados con la extraordinaria
concentración de la riqueza en el mundo y el correlativo aumento de la pobreza
entre los 7 mil 921 millones de habitantes que respiramos sobre la tierra. Su
principal autor Nabil Ahmed y cinco especialistas más, con datos sólidos
demuestran la tesis que soporta el título de este trabajo: “Las desigualdades
matan”. Y, ciertamente, las desigualdades económicas matan a millones de
personas anualmente.
Los fenómenos socioeconómicos que se abordan en
este informe ya existían en forma grave antes de la pandemia impulsados por las
leyes de la acumulación capitalista y la ambición desmedida de ganancia de los
grandes capitales globales. Sin embargo, los datos que destaca Oxfam después de
más de dos años de pandemia al finalizar el año 2021, son muy actuales y
nuevamente reveladores, pues, acusan el grado de agudización que provocó la
pandemia en los grandes problemas que azotan a la humanidad. Me permito
reproducir algunos fragmentos y hacer algunos comentarios sobre temas que
aborda el informe. Comenzamos:
“Durante la pandemia la riqueza de los diez hombres
más ricos del mundo se ha duplicado, mientras que los ingresos del 99% de la
humanidad se habrían deteriorado a causa de la COVID-19, esto ha provocado que
los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3,100 millones de
personas más pobres” (pág.18).
“Se trata del mayor incremento anual de la riqueza
de los milmillonarios desde que se tienen registros, y está sucediendo en todos
los continentes del planeta. Este incremento es el resultado del aumento
desorbitado de los precios de los mercados de valores, el apogeo de las
entidades no reguladas, el auge del poder monopolístico y la privatización,
junto a la erosión de las normativas impositivas… las de los derechos laborales
y los salarios” (ídem).
Esto lo sabemos, pero la pandemia dinamizó la concentración
de la riqueza y el incremento de la pobreza que son un mismo fenómeno
económico, cuyas dos consecuencias principales se desarrollan en sentido
opuesto: a mayor velocidad en la concentración de la riqueza, más agresivamente
aumenta la pobreza. La combinación neoliberalismo y pandemia han sido atroces.
Sigamos:
“El hambre mata, como mínimo, a 2,1 millones de
personas al año en un mundo de abundancia. La pobreza no solo genera un
sufrimiento inmenso. La pobreza mata. Es un tipo de violencia económica que se
ejerce cada día contra miles de millones de personas de todo el mundo. En todos
los países del mundo, las personas en situación de pobreza viven menos y sufren
muertes prematuras en mayor medida que quienes no lo son. No obstante, se trata
de una estimación conservadora; nuestro cálculo más elevado es de 14,916
muertes al día (5.4 millones al año), que atribuimos a las desigualdades. En un
mundo de abundancia, nadie debería morir por falta de alimentos. Los niños y
niñas también sufren la violencia económica. Las muertes por hambre llevan
décadas siendo una de las principales consecuencias de la pobreza” (pág.37).
Esta objetiva y trágica conclusión es históricamente conocida, pero no deja de
ser alarmante y actual por que se agrava a todo galope.
Otro aspecto del informe relacionado con la
concentración de la riqueza y su manifestación en el aspecto de la salud pública
global dice: “La pandemia ha enriquecido principalmente a las grandes empresas
y ha permitido la aparición de nuevos milmillonarios del monopolio
farmacéutico, como el director ejecutivo de Moderna, Stéphane Bancel, junto a
Ugur Sahin y Özlem Türeci, director ejecutivo y directora médica de BioNTech,
respectivamente. BioNTech se asoció con Pfizer, logrando beneficios sin
precedentes con la vacuna contra la COVID-19” (pág.20).
“Se estima que, en los países de renta media y
baja, mueren 5,6 millones de personas al año debido a la falta de acceso a
atención médica, o a la mala calidad de dicha atención. Se estima que las
desigualdades contribuyen actualmente a la muerte de cerca de 21,300 personas
al día; dicho de otra manera, a la muerte de una persona cada cuatro segundos”
(pág. 26).
“Las tasas de letalidad por COVID-19 son más
elevadas en aquellos países que han aplicado políticas de austeridad. Dicho de
otra manera: la austeridad mata a millones (como en el caso de México EA). Esto
se debe al monopolio que ejercen las empresas farmacéuticas, que está limitando
artificialmente el suministro de vacunas e incrementando su precio; empresas
como Pfizer/BioNTech y Moderna venden cada dosis de sus vacunas a un precio 24
veces superior al de su coste de producción” (pag.20).
Esta afirmación aplicada al mundo entero, es cierta
para México, los millonarios de nuestro país han visto incrementadas sus
fortunas considerablemente, mientras 15 millones de mexicanos perdieron,
durante la pandemia, el acceso a servicios de salud, a la par, la demencial
política de austeridad que pregona y practica el presidente López Obrador
provocó la muerte por pandemia a más de 600 mil mexicanos (en cifras no
oficiales), principalmente de la clase trabajadora.
Continuemos con el informe Oxfam: “Esto no es fruto
del azar, sino el resultado de decisiones políticas y económicas adoptadas para
proteger los intereses de una pequeña minoría” (pag.24).
“Elon Musk,
el hombre más rico del mundo, ha recibido miles de millones de dólares en
subvenciones públicas, mientras infringe la legislación laboral y socava los
esfuerzos de los trabajadores y trabajadoras para organizarse sindicalmente. En
2018 no pagó impuestos federales sobre la renta. Musk, pagó un “tipo impositivo
real” del 3,27 % entre 2014 y 2018” (pag.19).
“En términos de recaudación, México está por debajo
de otros países del mismo nivel de ingresos (con 13%). En 2019, Brasil,
Argentina y Sudáfrica recaudaron 33.1%, 28.7% y 26.2% de su PIB,
respectivamente, subrayó el documento, que calificó esto de ‘anomalía’"
(Oxfam México, página virtual).
Ciertamente, Oxfam dice la verdad al afirmar que
los gobiernos de los países neoliberales viven y sirven como Estados Políticos
para defender los intereses de los grandes capitales, creándoles paraísos
fiscales o cobrándoles bajísimos impuestos a las grandes ganancias o
manteniendo bajos salarios obreros. Ilustra mucho el caso del hombre más rico
del mundo, Elon Musk, cuya fortuna se ha multiplicado en el periodo de
pandemia, llegando a los 300 mil millones de dólares y quien paga bajísimos
impuestos en su país, en el imperio neoliberal de los Estados Unidos de Norte
América, como revela Oxfam.
Lo mismo sucede en México, los multimillonarios
mexicanos pagan impuestos de risa: 13% en promedio, protegidos por la Cuarta
Transformación, quienes mantienen salarios de hambre en pandemia ante la
galopante inflación que azota al país. López Obrador dirige un gobierno de
austeridad al servicio de los poderosos capitales mexicanos y
norteamericanos.
Para concluir, citaré un dato más del informe
referido. Oxfam identifica la relación que existe entre la veloz concentración
de la riqueza y la desigualdad económica con las reacciones en las masas
humanas que sufren la pobreza: “Recientes investigaciones revelan que los
movimientos de protesta se han triplicado en todo el mundo durante los últimos
15 años, un incremento que se ha producido en todas las regiones; en algunos
casos, como en el de la manifestación de agricultores y agricultoras en India,
se han convertido en los mayores movimientos de protesta desde que hay
registros” (pag.39).
Esto último es una novedad en los informes de
Oxfam, y aunque no entran al estudio de fondo del tema y no lo correlacionan
directamente con el empobrecimiento de las grandes masas, es evidente que la
inconformidad en los que sufren la pobreza se hace visible por sí misma y
escala a grados de movilización considerables, y ya no se puede ocultar por
nadie.
Que lo registre Oxfam, institución fundada
directamente en el seno de Oxford University, catedral de ciencia e ideología
capitalista para el mundo, es relevante para los análisis sociales y económicos
que se resisten a reconocer que el capitalismo se hunde en contradicciones cada
vez mayores, insalvables. Oxfam obtiene de sus análisis algunas conclusiones
acertadas, como la afirmación de que la pandemia agudizó las desigualdades del
mundo, también que las desigualdades matan o en proponer el cobro progresivo de
impuestos a las grandes fortunas que, redistribuidas en políticas sociales
productivas y de servicios, puedan reducir desigualdades.
Sin embargo, ingenuamente concluye que con voluntad
política se podrán enderezar el sistema del capitalismo neoliberal y las
conciencias ambiciosas de los multimillonarios para distribuir equitativamente
la riqueza, como se lee en su apartado de “soluciones”. En esto no podemos
estar de acuerdo, es una conclusión no científica, fuera de las leyes de la
estructura capitalista, que puede servir solo para adormecer conciencias. La
solución de fondo para detener el avance de la pobreza está en manos de las
masas trabajadoras y en dar rumbo científico a sus inconformidades, en su
educación política y en su organización partidaria. No hay más.
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